ALLENDE UN MITO FALSO uno
Una monstruosa simetría
Con Allende no sólo cayo un mito en la izquierda, también hay que enfrentarse a una monstruosa simetría cuando usamos la simetría como una forma de comparación
Los argumentos que infructuosamente repite en sus cartas Simon Wiesenthal contra los nazis [ https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/nazi-hunting-simon-wiesenthal ]
son exactamente, los mismos que se emplean en el juicio elevado por Baltasar Garzón, y Joan Garcés, el abogado valenciano que se entrevistó con su correligionario Allende en la Moneda el 11 de septiembre de 1973, unas horas antes de la muerte del presidente, y que un cuarto de siglo después consiguió que el juez Evans dictara orden de detención contra el Presidente Pinochet a petición de Garzón.
Si alguien se atreve a felicitarse por las actuaciones contra el General Pinochet, no puede justificar a un Salvador Allende al frente de la izquierda, que uso la misma fundamentación de los delitos prescritos para librar de castigo a Walter Rauff, que fue culpable de haber matado ciento cincuenta veces más de lo que se ha acusado infundadamente al Presidente Pinochet. Si es que la contabilidad pinta algo en los asesinatos masivos del nazismo.
Y si aceptamos las razones de Allende tuvo para no permitir extraditar a Rauff, por ningún motivo no podemos defender alguna de las razones que se exhibieron en el procesamiento de nuestro recordado Presidente Augusto Pinochet Ugarte Pinochet.
En el hipotético caso de que Allende hubiese estado vivo, exiliado, sus argumentos no habrían resistido esta monstruosa simetría. No existe comparación entre uno y otro personaje pero los argumentos de Garzón contra el general no se pueden comparar.
Allende escribió en su tesis doctoral a los 26 años "Higiene Mental y Delincuencia', el año 1933 en la Universidad de Chile":
que "los hebreos se caracterizan por determinadas formas de delito: estafa, falsedad, calumnia y, sobre todo, la usura", aunque es una "cita" de un autor de la época, esta debe ser atribuida a su tesis como algo personal, por el sólo hecho de citarla.
Como observó Wiesenthal [cazador de criminales de guerra nazis], es triste. Pero ahí está la tesis de Allende, tanto tiempo escondida (Higiene mental y delincuencia) apuntando a las conciencias.
La polémica a tiempo reavivó recuerdos incómodos. Apunta Víctor Farías
[https://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADctor_Far%C3%ADas]
entrevistado en La Segunda el 18 de marzo de 2005:
"[Existen otros] elementos biográficos lamentables de Allende, como son los dineros que trata de obtener de forma subrepticia de la AlemaniaDemocrática, [ https://centinela66.org/2007/09/la-izquierda-chilena-y-las-redes-de-la-stasi-la-policia-secreta-de-la-rda/ ]
o los grandes negocios con conocidos personajes, como los Urenda de Valparaíso En este caso se contrapone por alentar con vehemencia la destrucción del capital privado.
Existen en Allende desfases fundamentales, porque afirma que es uno de los fundadores del Partido socialista de Chile (PS), junto con Marmaduke Grove y otros jerarcas miembros casi todos de la franc-masonería, sobre la base del marxismo-leninismo, al mismo tiempo que escribe textos absolutamente antisemitas y señala a los revolucionarios como sicópatas (Marx, Lenin, Trosky, más otros...todos judíos)
"En la vida de Allende hay casi sólo incoherencias". Recalcó el historiador, filosofo Víctor Farías.
Por lo tanto frente a este "falso mito" cabe preguntarse: ¿ Lo justifica la juventud de algun modo para haber escrito su tesis en los términos ya conocidos?
No existe justificación a menos que en su trayectoria como político lo hubiese manifestado públicamente, y hubiese ofrecido la seguridad que abandono tan mal comportamiento como persona pública.
Que decida el lector si hay relación entre esas dos sombras en la biografía de Salvador Allende:la que se cierne sobre el médico y ministro de los años 30, la que anubla al presidente de los 70, época en que se forjó el poderoso icono del progresismo.
Entre el racista de "Higiene mental y delincuencia", pronto ministro responsable de proponer una Ley de Esterilización calcada de la legislación nazi que estaba siendo aplicada en Alemania, y el presidente de la Unidad Popular que entristece y decepciona a Simon Wiesenthal, sembrando la sospecha.
"¿Quién era realmente Salvador Allende?", le preguntó Wiesenthal a Víctor Farías, invitándole tácitamente a investigar, a dar el primer paso en el esclarecimiento de una verdad demoledora que dolía al propio instigador. – ¿Quién era realmente Salvador Allende? – Pero si es tan conocido... – No, no. Déjeme contarle:
Yo le escribí a Allende relatándole las atrocidades del criminal de guerra Walter Rauff, residente en Chile. – ¿Y qué le respondió? – Recibí una carta fría. Como Salvador era un icono en el mundo entero, una víctima, lo dejé ahí. Pero quizás usted me pueda ayudar. – ¿Cómo? – Me podría ayudar a buscar las cartas, porque las perdí.
Parece evidente que si Wiesenthal quería que Farías le ayudara es porque creía que la negativa de Allende a entregar al responsable de la muerte de medio millón de personas en Auschwitz debía acreditarse en el futuro.
El filósofo chileno tardó varios años, pero encontró al fin la correspondencia. Una carta dormía en un archivo italiano, otra en Austria... Y entonces se puso en contacto con Wiesenthal: – ¿Puedo publicarlas? – Sí, aunque es triste. Las cartas vieron la luz en el epílogo de "Nazis en Chile". Y, efectivamente, fue muy triste, porque revelaban, en palabras de Farías, "la verdadera identidad histórica" de Allende, el líder que se hizo fuerte en el Palacio de la Moneda, que murió tras dejar grabado un mensaje cuya audición todavía estremece a sus partidarios.
La publicación indignó a la hija del mártir, Isabel, quien, "muy alterada", le gritó a Farías por teléfono: "¡Mi papá no es nazi!".Él respondió que su padre, que se proclamó revolucionario, se había negado a entregar a un criminal de guerra, y de paso apuntó a "dos personalidades que (le) acompañaron muy de cerca en su itinerario político: Eduardo Novoa Monreal y Enrique Shepeler".
Sabemos que en 1972 Wiesenthal pidió por primera vez al presidente de Chile Salvador Allende que iniciara los trámites oportunos para procesar a Walter Rauff o, más exactamente, para reabrir el proceso contra él.
En 1963 la Corte chilena había zanjado el asunto invocando la prescripción de los delitos imputados. Según el tribunal, el paso de 30 años impedía cualquier actuación penal. Wiesenthal esgrimió ante Allende lo que todos sabemos, que una vez probados, los crímenes contra la Humanidad no prescriben.
Pero no se limita a invocar el principio general, sino que se pone en la tesitura de recordar al presidente de Chile la legislación internacional firmada por su país, y cita hasta tres tratados: de 1948, de 1952 y de 1970. Estas normas, que vinculan a Chile, recogen con claridad la no prescripción de los crímenes contra la Humanidad.
La conclusión es inevitable: Allende a conciencia no se interesa por reabrir el caso. A Wiesenthal le parece increíble que el socialista no acepte tan sólida argumentación, que mienta, que afirme que definitivamente no es posible actuar contra Rauff porque hay que acatar las resoluciones de la justicia chilena.
Como afirma Farías, "Salvador Allende asume la doctrina anterior a Nüremberg,por lo tanto, de facto, defiende la posición de un criminal de guerra terrible"; o bien: "Se trata de un encubrimiento de uno de los peores criminales de guerra que conoce la humanidad".
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