Fraude Electoral en Elecciones Parlamentarias - Marzo de 1973
Informe transmitido por el Canal 13 de Televisión de la Universidad Católica de Chile, en el mes de junio de 1973A raíz de la última elección parlamentaria circularon muchos rumores acerca de un fraude electoral. Transcurridos los primeros días el clamor se acallo totalmente. Esta noche el tema salta nuevamente a la palestra, en forma espectacular. Los televidentes deben prepararse para recibir una información trascendental.
Previamente, debo dar algunos antecedentes:
Algunos de los profesores del Departamento de Derecho Político de la Escuela de Derecho de la Universidad Católica han estimado necesario ir a la formulación de un proyecto de reforma de las leyes electorales, pues estiman que es conveniente someterlas a una revisión para adecuarlas a los tiempos actuales y evitar las posibilidades de fraude. Para tal efecto, en el mes de mayo de este año (1973), con el auspicio del Rector don Fernando Castillo Velasco y con el financiamiento de la propia Universidad, se constituyó una comisión de profesores de la Escuela de Derecho, presidida por el Decano senor Jaime del Valle Alliende, integrada por don Gustavo Cuevas Farren, jefe del Departamento de Derecho Político; don Guillermo Bruna Contreras, profesor de Derecho Constitucional, y don Hernán Larraín Fernández master en Derecho Político de la Universidad de Londres y profesor de la misma especialidad. Esta Comisión debe ser integrada en un futuro próximo por profesores del Instituto de Ciencias políticas.
Acerca de importantes materias, que tienen especial resonancia pública, estará a continuación con ustedes, el Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile:
don Jaime del Valle Alliende:
Señoras y señores:
Me atrevo a solicitar a Uds. la máxima atención para las palabras que debo decir esta noche, porque me referiré a una grave denuncia que afecta a la base misma de sustentación del régimen democrático en Chile.
Al día siguiente de la última elección de senadores y diputados, el entonces Ministro del Interior General Carlos Prats afirmo:
`El sistema electoral chileno ya no resiste una nueva elección'.
El señor Rector de esta Universidad y la Comisión que presido participan de esta misma preocupación.
Aun cuando nuestro trabajo tiene por objetivo final formular un proyecto para modificar las normas que rigen el proceso electoral, en esta primera etapa de la investigación, frente a situaciones ya definitivamente establecidas que tienen una gravedad extrema, y que revelan la existencia de un gigantesco fraude electoral, hemos considerado un deber impostergable ponerlas en conocimiento de la opinión pública.
Debo advertir que hemos contado en nuestra labor con la colaboración de equipos técnicos que desde el término del acto eleccionario del 4 de marzo han realizado una minuciosa investigación sobre la composición y comportamiento del electorado y de los problemas y defectos que se suscitan en la aplicación de la Ley de Elecciones. Debo destacar, en especial, el decisivo concurso que nos ha prestado el ingeniero consultor, señor Santiago Moran García, notable experto en materia electoral, y Presidente de la Especialidad de Ingeniería Civil del Colegio de Ingenieros de Chile.
La Comisión ha analizado y ponderado cuidadosamente todos los antecedentes que se han puesto a su disposición, y en forma responsable ha tomado en consideración aquellos hechos que tienen comprobación efectiva y aquellas afirmaciones que obedecen a bases científicas serias.
- Las tendencias de opinión del electorado chileno, desde la elección presidencial de 1970, hasta la elección del 4 de marzo pasado (1973), han podido manifestarse en cuatro oportunidades:
- en la elección general de regidores de abril de 1971, el Gobierno y la oposición obtuvieron porcentajes casi equivalentes en la votación general, produciéndose lo que se denominó un empate político;
- en la elección complementaria de un diputado por Valparaíso en julio de 1971, la votación de gobierno bajo al 49 % en proyección nacional;
- en la elección complementaria de un senador y un diputado, en enero de 1972, en las provincias de O'Higgins, Colchagua y Linares, el caudal electoral de la Unidad Popular bajo al 47,4 %, considerando también su proyección a todo el país;
- finalmente, en julio de 1972, en la elección de un diputado por la provincia de Coquimbo, la votación para el Gobierno llego apenas al 41,9 %, considerando nuevamente su proyección nacional.
Sin embargo, a pesar de que la tendencia del electorado demostraba que la votación oficialista debía disminuir en marzo de 1973, y llegar a una cifra próxima al 38 %, lo que también confirmaron algunas encuestas de fuentes responsables, ocurrió el hecho sorpresivo para muchos, aun para partidarios de la Unidad Popular, que su votación llego al 43,5 % sobre el total de votos. La proyección de la tendencia de deterioro se alteró, en una inusitada y hasta insólita recuperación, especialmente si se toma en cuenta la crítica inflación producida en los meses anteriores a la elección y a la situación de desabastecimiento generalizado de bienes esenciales para la subsistencia.
Es necesario, también, referirse a la incidencia de las nuevas inscripciones en el resultado de la votación de marzo. Los antecedentes en nuestro poder demuestran que la cifra de nuevos inscritos no pudo ser superior a 570.000 personas. Sin embargo, figuraron como nuevos inscritos alrededor de 820.000 personas, depurando la cifra con los traslados y las dobles inscripciones detectables.
De esto se desprende que existe un volumen de por lo menos 250.000 electores, cifra que aún puede ser mayor, respecto de los cuales no existe explicación razonable de su participación en la elección del 4 de marzo.
La incidencia de la votación de los nuevos inscritos en el resultado general de esta elección es fundamental. En las mesas con inscripciones realizadas hasta el año 1970, los ciudadanos marcaron aproximadamente un 62 % a la Code y un 38 % a la Unidad Popular. En las nuevas mesas, que en su gran mayoría corresponden a inscripciones realizadas entre el 1º de septiembre y el 3 de noviembre de 1972, la votación se distribuyó por mitades entre el Gobierno y oposición.
Es importante resaltar que tenemos demostración de que aproximadamente la mitad de los 880.000 nuevos inscritos en condiciones de votar son mayores de 21 años y no analfabetos.
Con las cifras ya anotadas, el promedio nacional de aumento del contingente electoral con los nuevos inscritos en todo el país, es del 23%, en números redondos. Sin embargo, su comportamiento es sumamente caprichoso a lo largo del territorio, con fluctuaciones aparentemente injustificadas.
En la agrupación senatorial de Atacama y Coquimbo, zona cuyo resultado electoral era muy conflictivo, el aumento es del 28%. En Santiago, se inscribieron 300.000 nuevos electores, cuando todos los cálculos determinan para esta provincia un máximo probable de solo 150.000. En la sexta Agrupación, Curicó, Talca, Linares y Maule, el aumento es del 33%, y en la Octava, Biobío, Malleco y Cautín, se acerca al 37%. En todas estas agrupaciones provinciales la disputa de un senador por ambas tendencias dependía de márgenes estrechos.
En la Décima Agrupación, en cambio, no había discusión posible. Considerando las mejores opciones para la Code y la Unidad Popular, siempre el resultado sería 3-2 favorable a la Code. En esta agrupación el aumento de las inscripciones fue extrañamente bajo, de solo un 18%, muy por debajo del promedio nacional y más aún del 37 % de la Octava Agrupación.
Quiero poner un ejemplo concreto de aumentos inauditos en la población electoral. En la localidad de Algarrobito, cercana a Vicuña y a la Serena, de un mes a otro, en pocos días, su población electoral subió en 72 %, 619 electores más, con domicilios imposibles de precisar, con referencias rurales y viviendas sin número.
Los antecedentes expuestos hacían pensar en la posibilidad cierta y fundada de un fraude electoral, lo que movió a analizar casos concretos y específicos.
Nuestra actual Ley de Elecciones supone la buena fe en los requisitos para la inscripción. Para inscribirse no es necesario presentar carnet de identidad. Basta con exhibir ante el funcionario del Registro Civil cualquier testimonio fehaciente sobre la identidad y domicilio del que aspira a inscribirse. El expediente más corto y más fácil para aumentar fraudulentamente el caudal de los votos consiste en hacer que una misma persona se inscriba varias veces y sufrague otras tantas.
Señores telespectadores; del enorme volumen de antecedentes que poseemos, me detendré, por la imposibilidad de retenerles por un muy largo tiempo, en dos ejemplos demostrativos, tomados al azar, que Uds. pueden comprobar mañana en el Servicio de Identificación. Citare nombres y cedulas de identidad de personas precisas que pueden estar viéndome y escuchando y que a lo mejor Uds. conocen:
MESA 373 DE VARONES DE SAN MIGUEL. Doce irregularidades y evidencias de fraude sobre un total de 276 votantes. Menciono casos específicos:
Elector No 56: Declaró llamarse Guillermo Félix Acevedo Díaz, con carnet Nº 6.279.280, de Santiago. Este carnet pertenece en realidad a don Miguel Lagunas Meza.
Elector Nº 76: Declaró llamarse Enrique Marcelo Stiebler González, con carnet Nº 7.331.264, de Santiago. Este carnet corresponde en realidad a doña María Virginia Sanhueza Roca.
Elector Nº 51: Declaro llamarse Miguel Ángel Gaete Ortiz, con carnet Nº 6.491.718, de Santiago, que en realidad corresponde a don Iván Guillermo Vega Alvarado.
Elector Nº 184: Declaro llamarse Ramón Jesús Barraza Farías, con carnet Nº 6.443.882, de Santiago, el cual en realidad corresponde a doña María Ramírez Bustamante.
MESA Nº 38, VARONES LA REINA: En esa mesa hay 27 casos de anomalías comprobadas y 10 dudosos. Citare a vía de ejemplo solo cuatro.
Insisto, pueden anotar y verificarlo. Leeré despacio:
Elector Nº 6: Declaró llamarse Marcelo Arias Córdova, carnet Nº 7.062.495, de Santiago, que en realidad pertenece a doña Isabel del Carmen Núñez González.
Elector Nº 22: Declaró llamarse Nelson Eduardo Gacitúa Vega, carnet Nº 5.748.882, de Santiago, que pertenece a don Isaac Saldías Araya.
Elector Nº 23: Declaró llamarse Juan Alfonso Olivares Arenas, carnet Nº 4.817.427, de Santiago, que pertenece a don Juan Alfonso Álvarez Arceras.
Elector Nº 39: Declaró llamarse Eduardo Gandon Tafra Checura, carnet Nº 5.973.365, de Santiago, que pertenece a doña Sonia Berenguela Berenguela.
Hay mesas, como la 374, varones, San Miguel, en que sobre 281 electores tiene 29 casos irregulares.
Hay muchos y muchos casos más de suplantación o identidad falsa. Pero hay también otras vías para el fraude. La persona que se declara analfabeto no necesita presentar ningún documento que acredite esa circunstancia, por lo que una persona que sepa leer y escribir podría inscribirse como analfabeto y votar más de una vez. Puede suplantarse a los electores que normalmente no sufragan; pueden sufragar terceros por personas fallecidas y no borradas.
Muchas de las inscripciones de los fallecidos entre los años 1946 y 1960 aun figuran vigentes. Esta vía se facilita si se tiene acceso a la información oficial de los fallecidos inscritos y no borrados. Finalmente, hay fundadas sospechas de un crecido número de dobles inscripciones motivadas por traslados sin que se haya anulado la inscripción anterior.
Señores telespectadores: responsablemente afirmo que los antecedentes reunidos hasta ahora, en una investigación que aún no termina y que solo he podido dar a conocer someramente, permiten asegurar que hay hechos precisos y presunciones graves de una alteración masiva del veredicto popular.
Las más severas y cautas proyecciones determinan alrededor de 200.000 sufragios falsos. Otras, que consideran factores muy probables, pero no suficientemente investigados todavía, elevan esta cifra a más de 300.000 votos. Más del 8 % de los sufragios no correspondería a un pronunciamiento legítimo de ciudadanos con derecho a voto. Además, y como hecho secundario, pero no por eso menos grave, un enorme caudal de personas circula con doble o triple identidad, alterando la fe pública y posibilitando la comisión de innumerables actos ilícitos.
El eje central de la democracia se ha roto. Esta maquinaria monstruosa destinada a alterar la genuina expresión de las mayorías, sigue vigente. Descubierta la fácil vía para el fraude, es razonable que con posterioridad a la última elección, su volumen haya aumentado en términos mucho mayores que los denunciados.
Lo digo con sobrecogimiento: en el estado actual de los registros electorales es imposible que haya en Chile una elección legítima más.
En el actual Gobierno, bajo cuya administración han ocurrido estos hechos, recae la responsabilidad ineludible e inmediata de restituir al país la confianza en el fundamento de su democracia: las elecciones limpias y libres.
Organismos imparciales que den seguridad a todos los chilenos deben investigar y depurar todo rastro de fraude.
Chilenos y chilenas: nuestra nación es víctima de una infamia.
Nota de la R.
El informe señala que: “un enorme caudal de personas circula con doble o triple identidad”, entonces cabe la pregunta: ¿CUANTAS DE ESAS PERSONAS HABRAN ARRANCADO DE CHILE CON LA IDENTIDAD FALSA, EN TANTO SU IDENTIDAD REAL PASO A FORMAR PARTE DE LA LISTA DE "DESAPARECIDOS"?
Acerca de importantes materias, que tienen especial resonancia pública, estará a continuación con ustedes, el Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile:
don Jaime del Valle Alliende:
Señoras y señores:
Me atrevo a solicitar a Uds. la máxima atención para las palabras que debo decir esta noche, porque me referiré a una grave denuncia que afecta a la base misma de sustentación del régimen democrático en Chile.
Al día siguiente de la última elección de senadores y diputados, el entonces Ministro del Interior General Carlos Prats afirmo:
`El sistema electoral chileno ya no resiste una nueva elección'.
El señor Rector de esta Universidad y la Comisión que presido participan de esta misma preocupación.
Aun cuando nuestro trabajo tiene por objetivo final formular un proyecto para modificar las normas que rigen el proceso electoral, en esta primera etapa de la investigación, frente a situaciones ya definitivamente establecidas que tienen una gravedad extrema, y que revelan la existencia de un gigantesco fraude electoral, hemos considerado un deber impostergable ponerlas en conocimiento de la opinión pública.
Debo advertir que hemos contado en nuestra labor con la colaboración de equipos técnicos que desde el término del acto eleccionario del 4 de marzo han realizado una minuciosa investigación sobre la composición y comportamiento del electorado y de los problemas y defectos que se suscitan en la aplicación de la Ley de Elecciones. Debo destacar, en especial, el decisivo concurso que nos ha prestado el ingeniero consultor, señor Santiago Moran García, notable experto en materia electoral, y Presidente de la Especialidad de Ingeniería Civil del Colegio de Ingenieros de Chile.
La Comisión ha analizado y ponderado cuidadosamente todos los antecedentes que se han puesto a su disposición, y en forma responsable ha tomado en consideración aquellos hechos que tienen comprobación efectiva y aquellas afirmaciones que obedecen a bases científicas serias.
- Las tendencias de opinión del electorado chileno, desde la elección presidencial de 1970, hasta la elección del 4 de marzo pasado (1973), han podido manifestarse en cuatro oportunidades:
- en la elección general de regidores de abril de 1971, el Gobierno y la oposición obtuvieron porcentajes casi equivalentes en la votación general, produciéndose lo que se denominó un empate político;
- en la elección complementaria de un diputado por Valparaíso en julio de 1971, la votación de gobierno bajo al 49 % en proyección nacional;
- en la elección complementaria de un senador y un diputado, en enero de 1972, en las provincias de O'Higgins, Colchagua y Linares, el caudal electoral de la Unidad Popular bajo al 47,4 %, considerando también su proyección a todo el país;
- finalmente, en julio de 1972, en la elección de un diputado por la provincia de Coquimbo, la votación para el Gobierno llego apenas al 41,9 %, considerando nuevamente su proyección nacional.
Sin embargo, a pesar de que la tendencia del electorado demostraba que la votación oficialista debía disminuir en marzo de 1973, y llegar a una cifra próxima al 38 %, lo que también confirmaron algunas encuestas de fuentes responsables, ocurrió el hecho sorpresivo para muchos, aun para partidarios de la Unidad Popular, que su votación llego al 43,5 % sobre el total de votos. La proyección de la tendencia de deterioro se alteró, en una inusitada y hasta insólita recuperación, especialmente si se toma en cuenta la crítica inflación producida en los meses anteriores a la elección y a la situación de desabastecimiento generalizado de bienes esenciales para la subsistencia.
Es necesario, también, referirse a la incidencia de las nuevas inscripciones en el resultado de la votación de marzo. Los antecedentes en nuestro poder demuestran que la cifra de nuevos inscritos no pudo ser superior a 570.000 personas. Sin embargo, figuraron como nuevos inscritos alrededor de 820.000 personas, depurando la cifra con los traslados y las dobles inscripciones detectables.
De esto se desprende que existe un volumen de por lo menos 250.000 electores, cifra que aún puede ser mayor, respecto de los cuales no existe explicación razonable de su participación en la elección del 4 de marzo.
La incidencia de la votación de los nuevos inscritos en el resultado general de esta elección es fundamental. En las mesas con inscripciones realizadas hasta el año 1970, los ciudadanos marcaron aproximadamente un 62 % a la Code y un 38 % a la Unidad Popular. En las nuevas mesas, que en su gran mayoría corresponden a inscripciones realizadas entre el 1º de septiembre y el 3 de noviembre de 1972, la votación se distribuyó por mitades entre el Gobierno y oposición.
Es importante resaltar que tenemos demostración de que aproximadamente la mitad de los 880.000 nuevos inscritos en condiciones de votar son mayores de 21 años y no analfabetos.
Con las cifras ya anotadas, el promedio nacional de aumento del contingente electoral con los nuevos inscritos en todo el país, es del 23%, en números redondos. Sin embargo, su comportamiento es sumamente caprichoso a lo largo del territorio, con fluctuaciones aparentemente injustificadas.
En la agrupación senatorial de Atacama y Coquimbo, zona cuyo resultado electoral era muy conflictivo, el aumento es del 28%. En Santiago, se inscribieron 300.000 nuevos electores, cuando todos los cálculos determinan para esta provincia un máximo probable de solo 150.000. En la sexta Agrupación, Curicó, Talca, Linares y Maule, el aumento es del 33%, y en la Octava, Biobío, Malleco y Cautín, se acerca al 37%. En todas estas agrupaciones provinciales la disputa de un senador por ambas tendencias dependía de márgenes estrechos.
En la Décima Agrupación, en cambio, no había discusión posible. Considerando las mejores opciones para la Code y la Unidad Popular, siempre el resultado sería 3-2 favorable a la Code. En esta agrupación el aumento de las inscripciones fue extrañamente bajo, de solo un 18%, muy por debajo del promedio nacional y más aún del 37 % de la Octava Agrupación.
Quiero poner un ejemplo concreto de aumentos inauditos en la población electoral. En la localidad de Algarrobito, cercana a Vicuña y a la Serena, de un mes a otro, en pocos días, su población electoral subió en 72 %, 619 electores más, con domicilios imposibles de precisar, con referencias rurales y viviendas sin número.
Los antecedentes expuestos hacían pensar en la posibilidad cierta y fundada de un fraude electoral, lo que movió a analizar casos concretos y específicos.
Nuestra actual Ley de Elecciones supone la buena fe en los requisitos para la inscripción. Para inscribirse no es necesario presentar carnet de identidad. Basta con exhibir ante el funcionario del Registro Civil cualquier testimonio fehaciente sobre la identidad y domicilio del que aspira a inscribirse. El expediente más corto y más fácil para aumentar fraudulentamente el caudal de los votos consiste en hacer que una misma persona se inscriba varias veces y sufrague otras tantas.
Señores telespectadores; del enorme volumen de antecedentes que poseemos, me detendré, por la imposibilidad de retenerles por un muy largo tiempo, en dos ejemplos demostrativos, tomados al azar, que Uds. pueden comprobar mañana en el Servicio de Identificación. Citare nombres y cedulas de identidad de personas precisas que pueden estar viéndome y escuchando y que a lo mejor Uds. conocen:
MESA 373 DE VARONES DE SAN MIGUEL. Doce irregularidades y evidencias de fraude sobre un total de 276 votantes. Menciono casos específicos:
Elector No 56: Declaró llamarse Guillermo Félix Acevedo Díaz, con carnet Nº 6.279.280, de Santiago. Este carnet pertenece en realidad a don Miguel Lagunas Meza.
Elector Nº 76: Declaró llamarse Enrique Marcelo Stiebler González, con carnet Nº 7.331.264, de Santiago. Este carnet corresponde en realidad a doña María Virginia Sanhueza Roca.
Elector Nº 51: Declaro llamarse Miguel Ángel Gaete Ortiz, con carnet Nº 6.491.718, de Santiago, que en realidad corresponde a don Iván Guillermo Vega Alvarado.
Elector Nº 184: Declaro llamarse Ramón Jesús Barraza Farías, con carnet Nº 6.443.882, de Santiago, el cual en realidad corresponde a doña María Ramírez Bustamante.
MESA Nº 38, VARONES LA REINA: En esa mesa hay 27 casos de anomalías comprobadas y 10 dudosos. Citare a vía de ejemplo solo cuatro.
Insisto, pueden anotar y verificarlo. Leeré despacio:
Elector Nº 6: Declaró llamarse Marcelo Arias Córdova, carnet Nº 7.062.495, de Santiago, que en realidad pertenece a doña Isabel del Carmen Núñez González.
Elector Nº 22: Declaró llamarse Nelson Eduardo Gacitúa Vega, carnet Nº 5.748.882, de Santiago, que pertenece a don Isaac Saldías Araya.
Elector Nº 23: Declaró llamarse Juan Alfonso Olivares Arenas, carnet Nº 4.817.427, de Santiago, que pertenece a don Juan Alfonso Álvarez Arceras.
Elector Nº 39: Declaró llamarse Eduardo Gandon Tafra Checura, carnet Nº 5.973.365, de Santiago, que pertenece a doña Sonia Berenguela Berenguela.
Hay mesas, como la 374, varones, San Miguel, en que sobre 281 electores tiene 29 casos irregulares.
Hay muchos y muchos casos más de suplantación o identidad falsa. Pero hay también otras vías para el fraude. La persona que se declara analfabeto no necesita presentar ningún documento que acredite esa circunstancia, por lo que una persona que sepa leer y escribir podría inscribirse como analfabeto y votar más de una vez. Puede suplantarse a los electores que normalmente no sufragan; pueden sufragar terceros por personas fallecidas y no borradas.
Muchas de las inscripciones de los fallecidos entre los años 1946 y 1960 aun figuran vigentes. Esta vía se facilita si se tiene acceso a la información oficial de los fallecidos inscritos y no borrados. Finalmente, hay fundadas sospechas de un crecido número de dobles inscripciones motivadas por traslados sin que se haya anulado la inscripción anterior.
Señores telespectadores: responsablemente afirmo que los antecedentes reunidos hasta ahora, en una investigación que aún no termina y que solo he podido dar a conocer someramente, permiten asegurar que hay hechos precisos y presunciones graves de una alteración masiva del veredicto popular.
Las más severas y cautas proyecciones determinan alrededor de 200.000 sufragios falsos. Otras, que consideran factores muy probables, pero no suficientemente investigados todavía, elevan esta cifra a más de 300.000 votos. Más del 8 % de los sufragios no correspondería a un pronunciamiento legítimo de ciudadanos con derecho a voto. Además, y como hecho secundario, pero no por eso menos grave, un enorme caudal de personas circula con doble o triple identidad, alterando la fe pública y posibilitando la comisión de innumerables actos ilícitos.
El eje central de la democracia se ha roto. Esta maquinaria monstruosa destinada a alterar la genuina expresión de las mayorías, sigue vigente. Descubierta la fácil vía para el fraude, es razonable que con posterioridad a la última elección, su volumen haya aumentado en términos mucho mayores que los denunciados.
Lo digo con sobrecogimiento: en el estado actual de los registros electorales es imposible que haya en Chile una elección legítima más.
En el actual Gobierno, bajo cuya administración han ocurrido estos hechos, recae la responsabilidad ineludible e inmediata de restituir al país la confianza en el fundamento de su democracia: las elecciones limpias y libres.
Organismos imparciales que den seguridad a todos los chilenos deben investigar y depurar todo rastro de fraude.
Chilenos y chilenas: nuestra nación es víctima de una infamia.
Nota de la R.
El informe señala que: “un enorme caudal de personas circula con doble o triple identidad”, entonces cabe la pregunta: ¿CUANTAS DE ESAS PERSONAS HABRAN ARRANCADO DE CHILE CON LA IDENTIDAD FALSA, EN TANTO SU IDENTIDAD REAL PASO A FORMAR PARTE DE LA LISTA DE "DESAPARECIDOS"?
Ver vídeo de don Santiago Moran García:
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