La hora de la verdad



El grupo que visitó Cuba encabezado por el General chileno Anaya Castro en 1972. Este es parte del relato que hace el general disidente en el año 2012.

"Más de cuarenta altos oficiales enviados por Salvador Allende para poder nosotros lavarles el cerebro en Cuba.

La flor y nata del anticomunismo de las Fuerzas Armadas chilenas llegó en aquel avión.

Entre ellos nada menos que el Coronel Roberto Souper, el famoso jefe del regimiento de tanques de Santiago de Chile que se lanzó contra La Moneda el 29 de junio de 1973, protagonizando lo que se conoció como “El Tancazo” tres meses antes de que Pinochet se decidiera cortar por lo sano.

¿No dicen que una imagen vale mil palabras?. Pues veamos una interesante foto.

De izquierda a derecha, general Arnaldo Ochoa (fusilado por Fidel Castro en 1989), general Senén Casas, Fidel Castro, general Rafael del Pino, general chileno Anaya Castro y Víctor Drake, entonces jefe de la Dirección Política del MINFAR

En ella aparecen, de izquierda a derecha el General Arnaldo Ochoa, jefe del Ejército Occidental (fusilado por Fidel Castro en 1989); el General Senén Casas, Fidel Castro, el autor de este artículo General Rafael del Pino, el General Chileno Anaya Castro y Víctor Drake, el jefe de la Dirección Política del MINFAR en aquella época. Ahora fíjense bien en el rostro de otro oficial entre Castro y yo. Ese, es el famoso Coronel Roberto Souper, el hombre del “Tancazo”. 

Pero, ¿qué hacia este alto oficial chileno en medio de estas importantes maniobras del Ejército cubano en el extremo occidental de la isla de Cuba?

Simplemente, enviado por Allende para ser “salvado” por nosotros. Habíamos preparado unas maniobras sin precedentes al costo de varios millones de dólares para impresionar a los militares chilenos.

Solo la pérdida del MIG-21PFM tripulado por el Capitán Evelio Bravo Martín se llevó un millón y medio de dólares.

¿Valía la pena el desbordante derroche de estas maniobras y la presencia constante de Fidel como anfitrión en una delegación militar que no tenía ningún nivel de visita de Estado? 

¿Sirvió de algo la conversación de más de cuatro horas que Roberto Souper tuvo que aguantarle al máximo líder toda una madrugada destapando ni se sabe cuántas botellas de vino?

Quedó claro después que el coronel Souper fue quien burlo al Comandante en aquella ocasión prometiéndole apoyar a Allende para después hacer todo lo contrario, lanzándose a los pocos meses con su regimiento de tanques sobre el Palacio de la Moneda.

Recuerdo que el corretaje fue tremendo en Cuba. A revisar las grabaciones ocultas que se hicieron de todos estos oficiales en sus habitaciones del antiguo hotel Habana Hilton, a llamar a las mulatas de Tropicana que tiraron sus bailecitos con los agraciados, a revisar los informes rendidos por los oficiales cubanos encargados de adoctrinar a la oficialidad chilena. Y por último la inquisición.

Fidel:  ¡ Qué me los traigan que quiero hablar con todos ellos!

Pobre general López Cuba encargado de atender directamente a Roberto Souper. Le cayó arriba un bombardeo más grande que el que le cayó en los combates de Bahía de Cochinos.

Fidel: ¡Comemierda, cómo no te diste cuenta lo que tenía en mente ese hijo de puta de Souper! Tronó la voz de Fidel en el salón de reuniones del cuarto piso del MINFAR.

Los adoctrinadores estábamos todos con el rabo entre las patas.

Por suerte para mí los coroneles Jaime Stay y Jorge Vargas que me tocó atender aquellos días no participaron en el Tancazo. Meses después cuando le entraron a bombazos a La Moneda ya se sabía que todo estaba perdido en Chile y la reacción fue menos violenta contra nosotros.

Se justifica la operación Cóndor.

En los primeros años de esa década del 70, agrega el general Rafael del Pino, fueron de una febril actividad por parte de Castro en su propósito de penetrar ideológicamente al estamento militar latinoamericano.

Con los militares peruanos se siguió un patrón similar que con los chilenos.

A los que nos tocó tomar parte en la ejecución de sus planes lo mismo se nos veía llevando en un vuelo especial al general Leónidas Rodríguez a Panamá para entrevistarse con Torrijos, que acompañando al primer ministro general Mercado Jarrín a una velada en Tropicana, o montándome en un avión MIG-21 de dos plazas para llevar de paseo al general César Enrico Praeli, jefe de la Fuerza Aérea Peruana y más tarde jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas Peruanas. 

Era la "guerra fría en acción, no solo era Castro el que mandaba eran órdenes de la KGB

Después del revés sufrido en Chile y más tarde el golpe de perder sus esperanzas con Perú, al verse traicionado por el general Morales Bermúdez, quien entrega el poder a los civiles en contra de sus consejos, Castro continúa su febril actividad de levantar un bastión en tierra firme del continente. Los Sandinistas le dan esa oportunidad y Nicaragua se convierte en punto central de la "guerra fría" en la región hasta que el rechazo del pueblo nicaragüense a la desastrosa política colectivista de los Sandinistas dio al traste con el régimen de los hermanos Ortega [ aunque Ortega lucho como pudo para rehacerse del poder, y ser hoy un dictador longevo junto a su esposa Rosario Murillo].

He tratado de sintetizar lo mayor posible para no hacer este trabajo tan extenso que los haga perder el interés de una cuestión tan sensible e importante como entender la necesidad que siempre han tenido los gobernantes cubanos de mantener bajo su tutela a países y personajes que le financien sus reiterados fracasos económicos, políticos y sociales.

Lo hago en aras de dedicar el centro del análisis a la obsesión casi enfermiza que desde el propio año 1959 desarrolló Fidel Castro por Venezuela.

¿Casualidad? En la mente de Castro no hay espacio a la casualidad. La casualidad es un lujo que no es aceptable para el dictador cubano. Solo la planificación meticulosa, fría y calculadora puede dar la victoria y "ay de quien ose salirse de ella".

En los casos de Chile, Perú, Panamá, Nicaragua o Granada existía el precedente de consenso por parte de los gobernantes de esos países para la intervención y presencia cubana en sus asuntos internos. 
Pero, las invasiones llevadas a cabo contra Venezuela por parte de los más aguerridos e importantes generales cubanos como Arnaldo Ochoa, Raúl Menéndez Tomasevich, Ulises Rosales del Toro y hasta el guardaespaldas personal de Fidel Castro Antonio Briones Montoto, muerto en combate en el desembarco por Machurucuto el 8 de Mayo de 1967, apuntaban a que Venezuela era la plaza por excelencia para llevar a cabo el plan continental de conquista.

Ni siguiera la aventura del Che en Bolivia pudo contar con ningún General cubano del calibre y la talla de los Ochoa, Tomasevich o Rosales.

¿Razones? Múltiples. El episodio de Bolivia fue una de esas oportunidades que le encantan al Comandante para matar dos pájaros de un tiro. 


Su primer propósito crear un objetivo diversionista. Esta es una estrategia muy usada en el arte militar donde se trata de confundir al enemigo haciéndole creer que esa es la dirección principal por donde vienen los tiros. 

El segundo objetivo del episodio de Bolivia fue por supuesto deshacerse del otro caudillo iluminado. No hay cabida bajo un mismo techo para dos caudillos iluminados. Mucho menos en un proyecto continental tan bien planeado por Fidel Castro. Por lo tanto el caudillo que pretendió convertir a cada cubano en un hombre nuevo, en una especie de San Francisco de Asís de la revolución debía ser sacrificado. Alfil por peón para allanar el camino al jaque.



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